Después de Sandy, solidaridad más allá del bloqueo

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Santiago de Cuba

Annalisa Melandri — 2 de Noviembre 2012

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Solamente después  que el huracán Sandy ha dejando las costas orientales de Estados Unidos, donde ha sembrado destrucción y muerte, para dirigirse, desclasado a simple tormenta hacia Canadá, los grandes medios de comunicación mainstream se han dado cuenta  que durante su pasaje por el Caribe, antes de tocar territorio norteamericano, había  dejado tras de sí un numero considerables de muertos y había provocado daños incalculables en las frágiles economías caribeñas.

En las redes sociales ya se había desatado la justa polémica por la diferente cobertura mediática que  había  tenido el pasaje del  huracán Sandy. Si bien es verdad que este ha dejado un saldo de más de un centenar de muertos  a lo largo de la  East Coast y casi 50 billones de dólares de daños, es también verdad que en el Caribe ha provocado más de 60 muertos, un número no bien precisado de desaparecidos y  daños incalculables que, como escribe la periodista Carla Reschia en el periódico italiano La Stampa,  “ningún presupuesto estatal  pagará”.

Pero así es, el “mundo de abajo” no es noticia y las polémicas se repiten  cada año a cada temporada ciclónica,  que en estas latitudes empieza en junio y termina en noviembre. Pasó lo mismo el año pasado con el huracán Irene,  que sólo en República Dominicana provocó la muerte de tres personas, un desaparecido, casi 30 mil desalojados y  80 comunidades aisladas.

Los daños de Sandy este año en Norteamérica han sido relevantes, seguramente más relevantes de los de Irene el año pasado y a los estadounidenses  va obviamente toda nuestra solidaridad. Sin embargo es importante llevar  la atención sobre la tragedia que puntualmente se repite en el Caribe cada año en este periodo, pero también sobre la capacidad de respuesta colectiva que tienen las naciones del Sur del grande continente americano.

Ninguna  gigantesca maquinaria  organizativa alertada, ningún moderno centro de acogida por los desalojados, ninguna campaña mediática para activar la solidaridad y la compasión de la humanidad, los varios gobiernos nacionales que se encuentran a enfrentar estas tragedias son abandonados  por la comunidad internacional, por lo menos la “que cuenta”.

Sandy en Republica Dominicana

Solamente en República Dominicana,  el pasaje  de Sandy hace apenas unas semanas  ha provocado por lo menos  tres muertos, casi 26 mil desalojados , ha damnificado o destruido  4600 viviendas y ha aislado completamente 145 comunidades. En Haití la cifra de los  muertos  ha sido de 54, mientras 21 son los desaparecidos y 20 los heridos, además de  daños estructurales notables que van a agravar la ya precaria situación de este país duramente afectado por un devastador terremoto en enero de 2010. Las inundaciones además podrían complicar la difícil situación sanitaria, donde todavía se registran casos de cólera y donde el dengue en esta temporada, como en toda la región,  es muy difuso.

El  70 por ciento del las cosechas, se ha perdido, y esto por si solo  eso representa  una tragedia en la tragedia, en uno de los países más pobres del planeta.

En la isla de Cuba, que se distingue de los demás países por una más que eficiente protección civil, los muertos han sido 11, las viviendas damnificadas 200 mil, las destruidas 17 mil. En la zona de Santiago, la más  afectada,  ha sido damnificada gravemente la producción agraria en casi 100 mil hectáreas de tierra, cultivada sobre todo a  caña de azúcar, plátanos  y guineos.  Destruidas también las centrales hidroeléctricas y reportados ingentes daños a la red hídrica de agua potable.

Las Naciones Unidas han declarado en un reciente informe que: “los impactos en el sector de la agricultura tendrán grandes repercusiones en el resto del país, debido a la importancia de las áreas afectadas en la producción de cultivos principales para toda la isla” y que este ha sido “el huracán más devastador que haya azotado  las provincias orientales de Cuba en los últimos 50 años”.

El presidente Raúl Castro ha declarado durante su visita en Santiago que  “Sandy ha sido un golpe realmente duro… Santiago conmueve, parece una ciudad bombardeada” y luego dirigiéndose a los habitantes de la  segunda ciudad de la isla: “Vamos a salir de esto. Ustedes son gente aguerrida. Lo sabemos desde hace más de medio siglo” refiriéndose al hecho que propio en Santiago de Cuba  germinó  la Revolución. 

Y así por todo el Caribe: en Jamaica un  muerto y 18 mil desalojados, en las Bahamas dos muertos y 300 millones de dólares de daños.

Sin embargo, la solidaridad, la “no alineada”, no se ha hecho esperar. Los países del área ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) a la que también Cuba pertenece,  han inmediatamente contestado a la emergencia aunque de forma individual.

Venezuela ha predispuesto un plan de ayudas y un puente aéreo  hacia Cuba y Haití, que han inmediatamente recibido un primer envío  de 14 toneladas  de ayudas  alimentarias.

Un buque venezolano está en viaje hacia  Cuba  con 530 toneladas de alimentos y agua potable y 116 de maquinarias para ambos países.

También  la pequeña Bolivia ha asignado, a través de la firma de un decreto Supremo,  120 toneladas de ayudas que serán enviadas a  Cuba en dos contingentes. El ministro boliviano de la defensa Rubén Saavedra ha explicado que estas ayudas han sido erogadas según el principio de “reciprocidad y solidaridad” porque Cuba siempre ha sido solidaria con el  pueblo boliviano en la realización de programas  de impacto social con la formación de miles de médicos bolivianos y  con la  realización del programa  “¡Yo si puedo!”  por la erradicación del analfabetismo del país.

Rusia, histórica aliada de Cuba y  que con los demás países de la región tiene buenas relaciones comerciales, como ya otras veces en pasado en situaciones similares, ha contestado positivamente a la emergencia, enviando un cargo de material para la reparación de las viviendas.

Sobrevivirá Cuba también esta vez, la pequeña y rebelde isla comunista,  gracias a la solidaridad regional y a la valentía y fuerza de su bravo pueblo.

Son además positivas las señales que llegan desde  la región respecto a políticas comunes a más  largo plazo, en tema de prevención y de investigación respecto a los desastres naturales. El 26 octubre pasado, Argentina, México y Brasil han constituido la Asociación Latinoamericana de Autoridades Ambientales (ALAA) que  enfrentará y analizará temas vinculados al medioambiente, al cambio climático y a la biodiversidad.

“Las problemáticas en el caso de los países del Mercosur y Latinoamérica son muy similares justamente por la biodiversidad. Y estamos padeciendo los mismos azotes del cambio climático” ha declarado a la agencia ANSA Ariel Lópec subsecretario argentino  de Ambiente. Propio en los días pasados Buenos Aires ha tenido que enfrentar un intenso temporal de lluvia que ha literalmente paralizado la capital argentina por casi 24 horas.

Nueve países latinoamericanos han participado además a un plan de acción para la reducción de los riesgos de desastres ambientales financiado por la Unión Europea y dirigido por las Naciones Unidas donde se han establecido criterios comunes de gestión.

América latina es altamente vulnerable y necesita de acciones comunes, como por ejemplo la realización de un protocolo general por la respuesta a los tsunamis en la costa pacífica.

Un proyecto, entonces, con el objetivo de desarrollar una política regional desvinculada de las dinámicas geopolíticas globales, las cuales, respecto al tema ambiental, se reflejan  en los fracasos de las grandes cumbres internacionales empezando por la de Kyoto hasta la de Brasil de hace algunos meses, conocida como Río+20.

 

Articulo original publicado en italiano por l’Indro 

 

 

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