Carta abierta al alcalde de Turín (Italia), Piero Fassino: ¡Ninguna colaboración con el Estado terrorista de Colombia!

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La Asociación nacional Nueva Colombia, que desde hace años viene denunciando a la opinión pública italiana la violación sistemática de los derechos humanos perpetrada por el régimen oligárquico contra del pueblo colombiano,  y que lucha incansablemente en aras de una solución política al conflicto social y armado que ensangrienta a Colombia desde hace más de sesenta años, al haberse enterado por la prensa que usted recibió, el pasado 14 de enero en la alcaldía de Turín, al vicepresidente de Colombia, Angelino Garzón, desea que usted tome en cuenta algunos datos que evidentemente desconoce.
Tal vez usted no sepa que Colombia ha sido y sigue siendo el país más peligroso del mundo para el sindicalismo.  En un año de presidencia de Juan Manuel Santos 28 sindicalistas, 36 defensores de los derechos humanos y 18 líderes campesinos han  sido asesinados con total impunidad. De la misma manera son incalculables las intimidaciones y amenazas contra cualquier forma de oposición política, sindical y social al gobierno. Sólo en los primeros tres meses del gobierno de Santos, según lo ha denunciado también el Polo Democrático Alternativo, son 50 los opositores políticos masacrados por el terrorismo de Estado.
El vicepresidente Angelino Garzón, al igual que todo el gobierno al que pertenece, conoce muy bien esas cifras escalofriantes que trata de ocultar o minimizar de acuerdo al contexto y a los interlocutores de turno. También sabe que durante el gobierno anterior, encabezado por Álvaro Uribe (quien en 2009 lo recompensó por su “buena conducta” nombrandolo Representante Permanente de Colombia ante la Organización Internacional del Trabajo en Ginebra), más de 570 sindicalistas han caído bajo el plomo del Estado.
El papel diplomático de funcionarios como Garzón es el de recurrir a las mentiras y  saltos pindáricos para limpiar la imagen de un régimen que tiene las manos ensangrentadas.  Si usted albergara alguna duda acerca de lo que estamos diciendo, le recordamos que el terrorismo de Estado en Colombia ha parido miles de casos de “falsos positivos”, eufemismo acuñado por Juan Manuel Santos cuando era ministro de la Guerra de Uribe, con el propósito de minimizar semánticamente las atrocidades y las criminales ejecuciones extrajudiciales de jóvenes desempleados y marginales a manos de militares colombianos.  Los miembros del ejército los cautivaban primero con falsas promesas de trabajo, para luego asesinarlos a sangre fría y ponerles uniformes para presentarlos como “guerrilleros abatidos en combate”. Sin contar los 5,2 millones de desplazados internos, expulsados de sus tierras por la violencia militar/paramilitar para vaciar regiones enteras codiciadas por las transnacionales y los latifundistas.
Si usted hubiera hecho una simple búsqueda en internet acerca del cuerpo diplomático colombiano en Italia, se habría enterado que en 2006 el ex cónsul de Colombia en Milán, Jorge Noguera, fue enjuiciado y tuvo que regresar e su país, donde finalmente fue detenido;  cuando se desempeñaba como Director de la policía política DAS, aparato que depende directamente del Presidente de la República, entregó listas de defensores de los derechos humanos, sindicalistas y opositores políticos, a los paramilitares de la costa norte de Colombia para que estos carniceros los eliminaran físicamente.  El ex embajador en Roma, Sabalt Pretelt de la Vega, fue inhabilitado por 12 años para ejercer cargos públicos por estar involucrado en la compra de votos en el Congreso para garantizar la fraudulenta reelección del ex presidente Uribe.
Tal vez usted no esté enterado de que el nombre de Álvaro Uribe se encuentra en un informe desclasificado de la DEA estadounidense, donde aparece como el número 82 de una lista de los 104 narcotraficantes más peligrosos del mundo.
Varios diputados del Parlamento europeo, de distintos grupos y países, han rechazado contundentemente en repetidas ocasiones a un régimen que tiene el récord de violaciones a los derechos humanos; es tan así que incluso las Naciones Unidas han tenido que reconocer varias veces la responsabilidad directa de los aparatos del Estado en la creación y manejo de los grupos paramilitares.
Investigaciones recientes realizadas por la Corte Suprema de Justicia colombiana, gracias a la solicitud de las asociaciones defensoras de derechos humanos, han sacado a flote una situación dantesca: miles de cuerpos enterrados en fosas comunes, la más grande de las cuales, con más de 2000 cadáveres, fue encontrada cerca de una base militar.
El Estado representado por el vicepresidente Garzón, que usted tanto elogió y alabó, no es una “democracia de larga data”, un “sistema pluralista respetuoso de las diferentes opiniones”, y mucho menos un “estado de derecho”.  Es un estado terrorista, que históricamente ha recurrido a la violencia para aplastar cualquier forma de oposición y descontento, y que está encabezado por un régimen oligárquico antidemocrático y antipopular.
Turín, ciudad ‘medalla de oro al valor militar’ por su lucha contra el opresor nazi-fascista, no puede ni debe estrechar ‘hermanamiento’ alguno con las autoridades colombianas, y menos aún suscribir acuerdos comerciales con un régimen paramilitar y mafioso;  sería un insulto a los hombres y mujeres que, al igual que los que hoy en día resisten contra el régimen fascista de Colombia, entregaron generosamente sus vidas por la paz con justicia social.
La defensa de los derechos humanos, entendidos como derechos sociales, políticos, económicos y culturales de un pueblo, debe ser un  hecho concreto y coherente, y no puede concebirse bajo ninguna circunstancia como mera “buena voluntad”, escrita en un papel y fríamente pronunciada en tal o cual discurso oficial.
Por lo tanto, le pedimos que se descarte siquiera la posibilidad de cualquier colaboración con un régimen criminal y terrorista como el colombiano.
Cualquier operación política, económica o diplomática desplegada para estrechar  relaciones con el régimen de Bogotá y sus articulaciones institucionales, será percibida por el pueblo colombiano como una muestra de indolencia en su contra, una vergonzosa colaboración con los responsables de la carnicería que sufre a diario y una manifestación de indecencia política y ética.
Asociación nacional Nueva Colombia
Turín, 21 de enero 2012

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